
El 8M, el arte y el poder transformador de las mujeres
Esta vez, exploramos el vínculo entre el arte y la lucha feminista en el contexto del 8M en México. A través de ejemplos de artistas y colectivos, muestra cómo la expresión artística se convierte en un acto de denuncia, memoria y resistencia.
FRAGMENTOSARTE
Marshiari Medina / México
3/7/20253 min read


Cada 8 de marzo, en México, las calles se llenan de voces, de pasos firmes y de colores vibrantes que gritan resistencia. Es el día en que la memoria se convierte en lienzo y el dolor en una poderosa expresión de lucha. En todo el país la violencia de género ha arrebatado la vida y el futuro de miles de mujeres, sin embargo, el arte se ha erigido como una forma de protesta, de catarsis y de resistencia. Frente a la impunidad, las artistas han tejido redes de solidaridad y creatividad, demostrando que el arte no solo denuncia, sino que también sana y transforma.
El feminismo y el arte han caminado juntos reclamando justicia. Desde las vanguardias hasta las manifestaciones contemporáneas, las mujeres han utilizado el arte para reivindicar su lugar en la historia y en la sociedad. En México, colectivos como Bordamos por la Paz, Mujeres Grabando Resistencias o las artistas urbanas que llenan las paredes de murales han convertido la ciudad en un museo vivo de la lucha feminista.
Las cruces rosas, los nombres bordados en mantas y las siluetas de mujeres desaparecidas proyectadas en edificios emblemáticos son formas de arte que desafían al olvido. ¡Nunca las olvidaremos! Gritan desde los puños alzados, desde los balcones manchados de morado, desde las calles que sostiene una marea incontrolable de mujeres que no olvidan. El performance, el muralismo y el arte textil se han convertido en armas de lucha, en gritos visuales que exigen justicia y dignidad. Como ejemplo, tenemos el trabajo de Lorena Wolffer, quien con su arte participativo ha visibilizado la violencia de género, o de Fabiola Menchelli, quien ha explorado la identidad femenina a través de la imagen. El arte feminista en México no solo es denuncia, sino también un acto de liberación y resistencia colectiva. Como dice el colectivo chileno LASTESIS en su intervención "Un violador en tu camino", el arte feminista no solo es denuncia, sino también un acto de liberación y resistencia colectiva.
El duelo convertido en expresión
Para las madres y familiares de las víctimas de feminicidio y desaparición, el arte es un refugio y una herramienta de memoria. Los nombres de mujeres desaparecidas pintados en carteles, los retratos en cartones, o los grafitis que se rebelan ante los monumentos, son intentos desesperados por evitar que la violencia las condene a la invisibilidad. No sabemos dónde están, qué fue de su destino, pero podemos nombrarlas en cada trazo que se dibuja en las marchas. Artistas como Mónica Mayer, con su obra "El tendedero", han dado voz a quienes han sido silenciadas, permitiendo que el arte sea un canal de expresión para quienes sufren y resisten.
El dolor se sublima en el acto de crear. Las protestas artísticas, como la colocación de glitter morado en los monumentos, las proyecciones de rostros en edificios gubernamentales o los cantos colectivos en marchas, son maneras de transformar la angustia en algo visible, en algo que la sociedad no pueda ignorar.
Marchar también es un acto de catarsis. La energía colectiva, las consignas que marcan el ritmo de los pasos, los gritos que se unen en un solo clamor nos unen en esperanza y fortaleza. Para muchas mujeres, escribir con aerosol los nombres de sus hermanas, hijas o amigas desaparecidas en muros y monumentos es un acto de sanación, un ritual que da voz al duelo y a la rabia contenida. Cantar la "Canción sin miedo" (entre otras tantas), llorar abrazadas en las plazas públicas o simplemente caminar junto a otras mujeres que comparten la misma lucha genera una liberación emocional profunda, un abrazo de consolación que jamás cerrará la herida, pero nos recordará que la batalla es infinita.
El 8M se convierte en un espacio seguro donde el llanto y la furia pueden coexistir con la esperanza y la sororidad. Es una fecha en la que las heridas se hacen visibles y el dolor se colectiviza, permitiendo que quienes han sufrido encuentren en la protesta una forma de reconstrucción personal y social. A pesar de la violencia y la discriminación, las mujeres artistas van conquistando espacios antes vetados. Cada marcha, es un recordatorio de que el arte es un arma poderosa, capaz de transformar el dolor en justicia y la indignación en cambio. En un país donde ser mujer es un acto de valentía, el arte se convierte en trinchera y en esperanza. Porque la lucha sigue, porque las mujeres no estamos solas y porque la memoria, a través del arte, nunca se borra.
Las pancartas en alto, con nombres, con versos, con exigencias de justicia, provocan un eco que atraviesa las calles y las conciencias. Como las jacarandas que florecen en marzo, tiñendo de morado las ciudades, el arte y la protesta son recordatorios vivos de que, aunque nos duela, seguimos aquí, juntas, fuertes y decididas a no dejar que el olvido nos arrebate la memoria de aquellas vidas que aunque perdidas, aún amamos.
Fotografía por Marshiari Medina
