El mundo en pedazos, el alma entera: celebración del collage

Celebración del collage como lenguaje íntimo y libre que transforma fragmentos en poesía visual.

COLLAGE

Marshiari Medina / México

5/29/20255 min read

Hace unos días se celebró el “Día Mundial del Collage” y algo en el aire cruje, como papel viejo que vuelve a hablar. Como si el tiempo nos susurrara que este arte, nacido de cortes y ensamblajes, se parece cada día más a lo que somos. Fragmentarios. Híbridos. Múltiples. Y sin embargo, enteros. Humanos.

El collage no solo es una técnica: es una forma de mirar al mundo. De mirar lo que fue para armar lo que puede ser. De tomar lo roto, lo desechado, lo marginal, y devolverle dignidad, belleza, posibilidad. En tiempos donde las imágenes nos inundan, el collage se convierte en un gesto de pausa y rebeldía. Un acto amoroso de selección, de remezcla, de sentido.

Hoy más que nunca, somos criaturas del collage. Migramos entre lenguajes, géneros, estéticas. Hablamos con acentos mezclados. Nos vestimos con piezas de otras épocas. Nos construimos en capas, como si nuestras identidades fueran revistas antiguas: arrancamos una página, pegamos otra, tachamos, volvemos a empezar. En un mundo hiperdigital, donde los algoritmos nos ordenan y las inteligencias artificiales generan belleza sin esfuerzo, el collage nos recuerda que el arte puede y debe ser lento, táctil, imperfecto. Que hay algo insustituible en el gesto humano de cortar con tijeras reales, mancharse los dedos con pegamento, buscar la armonía en lo improbable.

Ya sé que la inteligencia artificial será el futuro de nuestras relaciones, abrazada por el internet de las cosas, pero el collage es el lugar donde aún podemos jugar con nuestras grietas. Porque cortar no es solo separar: es abrir posibilidades. Y pegar con el resistol no es solo unir: es inventar nuevas relaciones. El collage es una poética de la reparación. En este presente en crisis, lleno de desinformación y ruido, el collage nos enseña a curar lo visual. A decir con imágenes lo que a veces ya no sabemos decir con palabras. A crear desde el caos una estética propia, íntima, intransferible.

Veo lo que mis manos han creado desde la pantalla, desde un libro viejo que tenía, y pienso que el collage no discrimina. No pide títulos, ni técnicas imposibles, ni equipos caros. Con pedazos viejos de papel, cualquiera puede cortar, pegar y crear. Porque el collage es tierra fértil para quien tenga ganas de imaginar. No hay elitismo, no hay jerarquías: solo tijeras, pegamento y alma.

Lo digo, desde mi propia experiencia, porque yo (su servidora) empecé en esto como terapia, después de haber pasado algunos meses entre hospitales y diagnósticos, cansada de enfrentar un cáncer de mama (TNBC) que me enseñó que la vida puede quebrarse de un día a otro. Al final, vencí la enfermedad, pero mi mente se quedó trabada en un espiral de angustias, y el PTSD me dejó llena de sombras y miedos. Fue así, que un día bajo recomendación médica, decidí tener un nuevo hobby, algo sencillo y casual que me ayudará a distraer mi mente del caos. ¿Bordar? ¿Pintar? ¿Cerámica? En mis divagaciones escombré mis cajones —buscando mis ruinas viejas —, y encontré una libreta de cuando tenía doce años. En una de sus páginas: un collage. Testimonio de mis primeros recortes, mi primer intento de ordenar el mundo con las tijeras. Ahí estaba: un reflejo de mi humanidad antes de saber lo que era sufrir, antes de saber que el collage no solo es juego, también es cura. Y me sonreí. Porque incluso en la infancia, ya quería reconstruirme, y desde entonces he creado collages digitales y analógicos, dejando que mi mente viaje y fluya, ahí donde nadie me dice nada.

Desde entonces, encontré en el collage una luz modesta pero constante. Un refugio. Una forma de volver a armarme, pedazo a pedazo. Y sin buscarlo, descubrí un mundo más rico, más amable, más libre.

Cada collage es un manifiesto. Una declaración de amor al desorden. Una forma de decir: “esto también me pertenece”. Lo arrancado, lo manchado, lo antiguo, lo banal. La basura de otro es mi tesoro simbólico. Y eso es profundamente humano. Porque al final, ¿qué somos sino collages vivientes? Un poco de nuestras madres, un poco de nuestros abuelos, algo de los libros que leímos, de los discos que nos rompieron el corazón, de las ciudades donde fuimos felices por un rato. Todo eso convive en nosotros. Y cuando hacemos collage, eso se vuelve visible. Se vuelve ritual.

Así que celebremos. A los que cortan revistas viejas en mesas desordenadas. A los que escanean sueños. A los que mezclan el pasado con neones. A las que pegan palabras como quien arma conjuros. A quienes hacen del collage no solo una práctica artística, sino una forma de vivir más despacio, más honestamente, más conectados con la piel del mundo.

Porque quizá lo más radical hoy no sea crear algo nuevo, sino reordenar lo existente con amor. Y en ese gesto, nos ayuda a reconocer que seguimos aquí. Cortados, sí. Pegados, también. Pero vivos y llenos de sentido.

Y…para cerrar esta celebración, comparto tres obras collage de colegas del arte que decidieron unirse con generosidad y corazón el “Día Mundial del Collage”, producto de una invitación hecha desde @fragmentosdelsurcollage proyecto fraterno de @fragmentos_del_sur

María del Rosario Berro Paternosto de Argentina @rosenkranz.collages

El collage representa la diversidad que existe en el interior del artista. Un día es un sentimiento y un color; otro, un concepto y una textura... La reinvención permanente y la creatividad eterna.
Es la salvación.
Es la autoexpresión.
¡Es todo lo que el artista quiera! El collage es ductilidad.
El collage es amor. Si te dedican uno, atesóralo, porque te están ofreciendo su propio ser.

Marisela Valdivia de Lima, Perú @marisela_valdivia_art

Para mí, el collage es mucho más que unir papeles e imágenes. Es la increíble oportunidad de tender un puente entre lo material y lo espiritual, dando forma a mis pensamientos y sentimientos más allá de lo tangible.

Cada corte, cada fragmento, es un acto de creación que celebra la conexión entre nuestro mundo interior y exterior.

Pero no solo eso: a través de este increíble arte, he tenido la fortuna de conectar con amigos maravillosos aquí en Lima y alrededor del mundo, compartiendo pasiones y visiones.

Además, el collage ha llenado mis días de colores y texturas, transformando lo cotidiano en una aventura visual y táctil. Cada pieza, cada combinación, es una celebración de la creatividad que nutre el alma.

¡Gracias, collage, por tanto ✂️! ¡A seguir creando, explorando y construyendo estos puentes, que la magia está dentro de nosotros! 💫

Cósmica Violeta Collage de México @cosmicavioleta.collage

El arte del collage, para mí, es resignificar el mundo desde los restos, crear desde la inconformidad, abrir caminos donde antes hubo barreras. Es mi forma de invocar narrativas diferentes. Un acto íntimo, feroz y amoroso a la vez.

Gracias a todas las almas que han puesto su arte en nuestras páginas, en nuestras redes, en nuestro pulso colectivo. Gracias, gracias, gracias por seguir cortando y pegando belleza en este mundo roto.

Collages digitales por Marshiari Medina: @moncherry_ Cherry