Instantánea

Te presentamos un relato vertiginoso y lleno de imágenes que transforma una escena cotidiana en un estallido de caos poético.

LITERATURAFRAGMENTOS

José Abelardo Henriquez / Chile

5/27/20252 min read

¿Qué puede suceder en un espacio cerrado?

Una avalancha de gotas de un zumo de pomelo preparado con orden, cariño al debe y nada de azúcar, huyen del vaso designado para la ocasión hacia el techo color crema donde no se esperaba su visita; en realidad, ni siquiera debían viajar en esa dirección porque el vaso tiene tapa, de esas que cierran cuando te las entrega un asistente con una sonrisa, estándar como todas las sonrisas que afloran entre ocho y once de la mañana; pero ahora la tapa gira cansinamente como si hubiera sido lanzada en un volado imprevisto, perdiendo toda posibilidad de ejercer su labor de contención.

Al mismo tiempo, un llavero del último pueblo visitado en las vacaciones y que todavía circulan en la memoria, se ha lanzado en una carrera desatada con un par de anteojos no diseñados para un encuentro aerodinámico, los cuales, en una fracción de segundo cualquiera, reflejan también un rostro sorprendido y bien afeitado, que contempla esta competencia con una especie de incredulidad y asombro indeterminado.

En un ángulo recto con esta carrera, un lápiz y algunos papeles ajustan cuentas en una esgrima acelerada, junto con dos monedas que, después de pagar un peaje, quedaron presentes en esta realidad y que tratan de unirse al espectáculo, amenizado al mismo tiempo por el teléfono celular que aloja cuatro horas al día en este espacio y que ha vuelto a sonar con el estribillo de la canción que tanto gustó el último verano, mientras rebota impune alrededor. Todos juntos son como una orquesta en plena ebullición, inmersa en los ensayos previos a levantar un telón.

Para completar la imagen en exposición; una fotografía que nadie echaba de menos y que reposaba junto con las sonrisas que enmarca desde hace meses, avanza ahora imparable en curso de colisión con la mitad del líquido que habitaba en el vaso, disparado a mansalva sobre el rostro, sorprendido y bien afeitado de quien tiene la mala suerte de existir dentro del automóvil que, justo en este instantáneo momento, está volcándose en una triple campana, porque otro universo móvil paralelo, con cien imágenes similares al interior, colisionó bruscamente de frente, sin aviso ni intención de chocar.

Ahora, inevitablemente condenados en esta coincidencia aciaga en el camino hacia las obligaciones de un martes, por culpa de una esquina traicionera, el apuro por llegar puntual a sentarse a revisar planillas y comentar el partido de la noche anterior y un inoportuno estornudo, todos conspirando en las sombras de las casualidades que nos rodean a cada minuto y, siendo parte de este muy poco aconsejable desenlace, no queda otra cosa que enfocar el lente y retratar.

Nacido en Santiago de Chile en mayo de 1973, colaborador de revistas universitarias, relatos “Aproximaciones” y “Funciones para Escaleras” publicados en Antologías de laEditorial Letras Negras, cuatro microrrelatos publicados por Editorial Tintapujo; mirando el mundo desde un pedazo de playa con sus atardeceres.