La sociedad del desprecio: su mecanismo de caza y elaboración por un cuerpo relevable desde el pensamiento de Gilles Deleuze & Felix Guattari y Michael Foucault

Un ensayo filosófico que examina cómo la sociedad moldea y desecha cuerpos útiles mediante mecanismos de control, y cómo surgen resistencias creativas desde los márgenes.

FRAGMENTOSENSAYO

Juan Rey Lucas / México

5/6/20259 min read

“La educación como practica de la dominación que hemos venido criticando, manteniendo la ingenuidad de los educandos lo que pretende, dentro de su marco ideológico, es indoctrinarlos en el sentido de su acomodación al mundo de la opresión”
Paolo Freire

“Todo movimiento cualquiera que sea es creador”
Edgar Allan Poe

“El rebelde salvará el barco, cuando todos han aceptado morir”
Citlali Vargas Contreras

Escrutaremos desde la filosofía de Gilles Deleuze y Felix Guattari el ensamble que adquiere la sociedad sobre las corporalidades con el propósito del reciclaje y satisfacción de su mercado. Por otro lado, desde Michael Foucault pespuntearemos una cirugía por cómo se requieren determinadas anatomías decrépitas para conservar una invariabilidad que no tiene nada que ver con el mejoramiento de lo humano. El programa encarga una individualidad con anticipación caduca y resuelta en sus utilidades para colocarla con finalidad ajustada a su prescripción. Se le incuba una gestación mutilada y fenecer desechable. No es cuestión de sentimentalismo o exceso de aborrecimiento: es el porvenir de un proto-sistema-teórico-económico que continuamente resurge desde sus entrañas para adaptarse él mismo un esqueleto adherido a cualquier elemento que le ayude a su sobrevivencia. El filósofo y el psicoanalista franceses radiografían cómo se planifican las individualidades groguis. “Y sobre todo el aparato de Estado hace que la mutilación e incluso la muerte se produzcan previamente. Tiene necesidad de que ya se hayan producido, de que los hombres nazcan de ese modo, lisiados y zombies….( )….El aparato de Estado tiene necesidad, tanto en su cúpula como en su base, de tarados previos, de mutilados preexistentes o de muertos de nacimiento, de lisiados congénitos, de tuertos y de mancos”. (Deleuze & Guattari, 2002, pp. 434 y 435).

Los invisibilizados elaboran un contraprograma al que le adjudican la conceptualización “máquina de guerra”. No es un proyecto abolicionista o destructor de todo lo que les sea antagónico, más bien, es la morfología contraída para bascular por magnitudes y directrices esparcidas para la asimilación de las fuerzas extrínsecas; que son expoliadas y mutadas para la libre arquitectura de otras dimensiones. “En primer lugar la máquina de guerra no explica nada; pues o bien es exterior al Estado y dirigida contra él; o bien ya forma parte de él; encastrada o adaptada, y lo supone. Si interviene en una evolución del Estado siempre lo hará en conjunción de otros factores internos”. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 435).

El aparato se dispondrá de un mecanismo de combate, no análogo, pero sí diferencial-productivo para dar flujo a las envergaduras de toda índole, y generar excedentes inauditos como una sujetividad no en constante ascenso, sino con altibajos genuinos que persigan su singularidad. Una plataforma entre tantas para la confección de recientes aditamentos e ingeniería exenta de la hegemonía: “El campo ya no crea progresivamente la ciudad, es la ciudad la que crea el campo. El Estado ya no supone un modo de producción, es el Estado el que convierte la producción en un “modo”. Las últimas razones para suponer un desarrollo progresivo se anulan”. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 437).

Los cardúmenes rescindidos se apoyan en el acto errante para delinear una geografía exclusiva a las adiestradas. No son líneas supeditadas; estarán plegadas o yuxtapuestas para propulsar sus propios andamiajes. Tampoco son una consecuencia de los razonamientos o inferencias; sino bloques de fuerzas, mampuestos transferibles de posición para el nutrimiento de variables configuraciones. Se desarrolla un estado rudimentario, pero más referente a un condicionamiento de los elementos en su fluctuación y soberana vitalidad. Congregación de esquematizaciones y gesticulaciones nunca acumuladas. No hay jerarquía que sirva o sea útil. Lo que se requiere es la materia prima para la transformación de las zonas, las piezas, los diagramas, y las hechuras alterables para su incesante siderurgia. “E incluso cuando el Estado se apropia de la máquina de guerra, cambiando una vez más su naturaleza, se trata de un fenómeno de desplazamiento, y no de evolución. El nómada sólo existe en devenir y en interacción, pero el primitivo también. La historia no hace más que traducir en su sucesión una coexistencia de devenires”. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 439).

No será una secuencia de etapas o apariciones de sus eventualidades. Los desechables se inmiscuyen en el Estado y la Ciudad para extenderse e inocular disformes para consolidar nuevas empresas y musculaturas. Es un acto de sincretismo, no de subordinación de lo peor a lo mejor. La marginación adquiere y construye sus potencias en su mismo exonerar y desde su ecosistema amotinado cohabita insólito para resignificar una metrópolis y organización política redituable.

Las maniobras de encaje no sirven para pertrechar nuevas aleaciones, sino para la prevención de las líneas a ser dispuestas, estén o no en consideración. No se toma la eliminación de los posibles: es el preludio de los acontecimientos para el fraguar de herramientas innovadoras. “La revolución urbana y la revolución estatal pueden coincidir, pero no confundirse. En los dos casos existe poder central, pero de distinto tipo…( )…no se trata de un problema de evolución, sino de dos umbrales de consistencias a su vez coexistentes”. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 440).

Las manadas son material indispensable para que el sistema no se degrade o se vuelva más abyecto, aunque para ellos sea el prototipo cúspide del desarrollo. Las preponderancias de transmisión de los rebaños amordazados son de carácter performativo y no competitivo. Ante la insistencia de apropiamiento, las fuerzas subrepticias tenderán perseverantes al camuflaje y la evasión como modos de digestión y manutención. “El aparato de captura se apropia igualmente de la máquina de guerra, de los instrumentos de polarización, de los mecanismos de anticipación-conjugación…( )…De igual modo, las máquinas de guerra tienen una potencia de metamorfosis, gracias a la cual, evidentemente, son capturadas por los Estados, pero gracias a la cual también resisten a esa captura y renacen bajo otras formas, con otros “objetos” que la guerra (¿la revolución?). Cada potencia es una fuerza de desterritorialización que compite con las otras y contra las otras…( )…Cada proceso puede pasar bajo otras potencias, pero también subordinar otros procesos a su propia potencia”. (Deleuze & Guattari, 2002, p. 444).

Vendrá la corporalidad por la que Michael Foucault apela sobre cómo se constituye el sobrehilar por petición de demanda: colocarlo y domesticarlo e incluso incrementándole sus objetivos, en pro de los beneficios del régimen. Se le integra añadiduras de amansamiento, aquilatado y sea apto para deglutir: “Es dócil un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado. Los famosos autómatas, por su parte, no eran únicamente una manera de ilustrar el organismo; eran también unos muñecos políticos, unos modelos reducidos de poder…” (Foucault, 2002, p. 125).

El cuerpo es prioridad para el sistema y su rentabilidad, queda aprisionado en lo intrínseco de las potestades, le son implantados constreñimientos, prohibiciones y perentoriedades. En lo contemporáneo se dan nuevos procedimientos: uno de ellos es el mejoramiento del registro. No se le ve al cuerpo como una entidad deformada, sino hay que labrar cada una de sus secciones, someterlo a una restricción delicada, dar por sentado el dominio a un rango de tornero: locomoción, cataduras, procederes, premuras, jurisdicción corpuscular aplicado al soma dinámico, sobre todo en aquellos que son excomulgados o estigmatizados. Idóneos para su conmutación. Consecuentemente, el encause en la pretensión de la condición: no sólo la contención del comportamiento y el léxico, sino el dispendio, el aprovechamiento de la logística corporal, su ordenamiento céntrico, la conminación ante los bríos como prioridad sobre los atributos. Preponderancia, por el acto protocolario del entrenamiento. “A estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas, y les imponen una relación de docilidad-utilidad, es lo que se puede llamar las disciplinas” (Foucault, 2002, p. 126).

Se le inmiscuye a la anatomía una instrumentalización de mando por la que se le indagada, tanto más lo disloca, así lo provee de restauración. Organología administrativa. El procesamiento de un asimiento en lo introspectivo. La encomienda de la subordinación es sólo el primer paso: serán orquestados como elaboración indemnizada, con un aprovechamiento y presteza detallados. La instrucción obtiene un rendimiento de su sometimiento constante y gradual; inversamente, consigue una merma en la zona cedularía del consciente. Traza una disgregación sobre el organismo: plasma una ganancia de capacidades, y una disminución de atizado e incremento de la sustentación. Las pérdidas se mantienen nulificadas: la estratagema prohíbe tener detrimentos. “En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una “aptitud”, una capacidad que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta. Si la explotación económica separa la fuerza y el producto del trabajo, digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo el vínculo de coacción entre una aptitud aumentada y una dominación acrecentada”. (Foucault, 2002, p. 127).

Todo el material de reacomodo corpóreo tiene sus antecedentes, es cierto que no es algo fortuito o sorpresivo. Se concibieron en lo disperso con anterioridad, pero ahora se enfocan en lo molecular para un solo y único fin: la esquematización de una terapia ecuménica. Atravesando la milicia, pasando por las instituciones escolares, los sanatorios, las industrias, las oficinas ministeriales, las familias, las unidades habitacionales, las actividades deportivas, etcétera. Las manadas omitidas son orilladas a estar en la bifurcación de lo aceptado y lo reprochable. Afortunadamente, el rebaño trashumante consigue fluctuar en el “entre” del binomio, como primera acción de subversión. “Pequeños ardides dotados de un gran poder de difusión, acondicionamientos sutiles, de apariencia inocente, pero en extremo sospechosos, dispositivos que obedecen a inconfesables economías, o que persiguen coerciones sin grandeza, son ellos, sin embargo, los que han provocado la mutación del régimen punitivo en el umbral de la época contemporánea”. (Foucault, 2002).

La tropel excluida es sumamente peligrosa para el riesgo que sufre la definición del sistema. Prohíbe toda rebelión por mínima que sea. No es que no existan, pero entre menos se conciban mejor. Por cada sujeto, un terreno a ser hermetizado. La multiplicidad del corpus y del pensamiento son refractarios a exterminarse. La dilatación del castigo es minuciosa, por ende, el grado de magnicida se difumina en el transcurso. Pericia amparada en las “buenas intenciones” y “lo mejor para ustedes”. La proclama universal, moralina y amedrentadora “para ser alguien en la vida”. “Se trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber cómo y dónde encontrar a los individuos, instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos. Procedimiento, pues, para conocer, para dominar y para utilizar. La disciplina organiza un espacio analítico”. (Foucault, 2002, p. 131).

Tangiblemente, se localiza en la era industrial, en seguida, aconteciendo en el socialismo, luego, el capitalismo y el neoliberalismo: subterfugios para la conservación de los armatostes que sobre evidencian su caducidad, justificando la anulación del sujeto y sus vertientes. Los “éxitos” y “posesiones” de la individualidad con la representación paupérrima de los valores de la bienaventuranza en el diagrama. Se les instruye a ser tomados en cuenta como tales. Irónicamente, el enviciamiento de la entidad humana ha ido a la par del incremento del espacio técnico-constructor, —claro, que ha de ser ironía—. “Bajo la división del proceso de producción, al mismo tiempo que ella, se encuentra, en el nacimiento de la gran industria, la descomposición individualizante de la fuerza de trabajo; las distribuciones del espacio disciplinario han garantizado a menudo una y otra. (Foucault, 2002, p. 134).

El plan viene con el efecto caratula de las nomenclaturas como logro y rendimiento de la entidad. Se oculta del filtro que con mucha anticipación se dispuso para la colocación del corpus en la espacialidad determinada por el consorcio y sus afinidades. “La disciplina, arte del rango y la técnica para la transformación de las combinaciones. Individualiza los cuerpos por una localización que no los implanta, pero los distribuye y los hace circular en un sistema de relaciones”. (Foucault, 2002).

Las manadas nómadas al constituirse isomorfas recurren a su distribución intensiva como liberación de su mapeo: las gayolas, las plazas, los rankings, los cubículos, son la estrategia para el acomodo de las masas, la inhabilitación de su especie. No se escatima en nada, absolutamente todo tiene una dosificación: la propulsión de la corporación.

“Son espacios mixtos: reales, ya que rigen la disposición de pabellones, de salas, de mobiliarios; pero ideales, ya que se proyectan sobre la ordenación de las caracterizaciones, de las estimaciones, de las jerarquías”. (Foucault, 2002, p. 136).

La historia del conocimiento de las conflagraciones mundiales al irse cincelando, se ha provisto de incoaciones construidas con bisturí. Desarrollando un proceso asequible y menos engorroso. Los métodos militares y los rituales monásticos han ido abarcando el espacio y el cuerpo para el factible desenvolvimiento de lo físico y mental. Pero tampoco hemos sobrestimar el juicio a los simples espesores: las manadas nómadas son incesantemente oprimidas por su valor transformador e inconmensurable que poseen: cartografían su fuerza como las hormigas o las ratas. Sus capacidades no son en proporción de sus dimensiones sino de sus potencias por las que atraviesan. Los nulificados se incrustan en la tierra para delirar su energía, pasar desapercibidos y a la vez constatándose: como los tubérculos.

Bibliografía:
1.Deleuze, G., & Guattari, F. (2002). Mil Mesetas, Capitalismo y esquizofrenia. España: PRE-TEXTOS.
2.Foucault, M. (2002). Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión. Argentina: Siglo XXI Editores.

Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Columnista para distintos semanarios de la red e impresos.