
Torre de Marfil
Una proclamación mística de identidad y renacimiento, donde la voz poética se alza como principio eterno, rosa divina y eje del cosmos.
LITERATURAFRAGMENTOS
Vanessa Sosa / Venezuela
5/20/20253 min read


En el instante en que remanso un destello de luz primigenia, en el que embeleso el encanto de la arena, surco caminos en los que puedo reposar junto a la dama que me dio nacimiento pese a que ella es dios y yo soy hazañas. Soy muérdago crepuscular, destello de poniente, acero de voz de firmamentos unificados. Soy turbulencia en este presente, pasado y futuro; en esta era de la extrañeza en la que adviertes que soy voz de las más álgidas promesas. Soy un joven príncipe de sueños, una princesa de luz de otredad, volátil, sagaz, me encuentro en el núcleo de una hembra y nazco de vez en vez como cosmos con memorias de un allá que renació en la nocturna brea a la que renuncio.
La luz se remonta a mis ventanas; el altar de mis denarios son mi protección. Porque no hay nada más que hacer si no vivir en entre los ojos de los insanos, de los que pecan, de los dolientes que no saben hacer más que labrar la injuria. Porque el insulto les provoca placer. Porque soy una guerra del ego que es más que muerte del yo y en el que yo soy lo que soy. Voz de peces, voz de mañanas, de tardes y de noches. Extrema expresiva, solícita, soportada en la más grata faena. Mis brazos abrazan el centro de mi nariz. Los denarios son mi más grácil singularidad. Ahí de la más alta cuna, de la singularidad que es el más de lo más de los gráciles suburbios.
Doy gracias al altar que soy una rosa de azulejos perennes. Mi dios ora por mí. Mis premuras son albores de espuma de mar de tinta.
Doy gracias al altar que soy una rosa de azulejos perennes. Mi dios ora por mí. Mis premuras son albores de espuma de mar de tinta.
Doy gracias al altar que soy una rosa de azulejos perennes. Mi dios ora por mí. Mis premuras son albores de espuma de mar de tinta.
Doy gracias al altar que soy una rosa de azulejos perennes. Mi dios ora por mí. Mis premuras son albores de espuma de mar de tinta.
Doy gracias al altar que soy una rosa de azulejos perennes. Mi dios ora por mí. Mis premuras son albores de espuma de mar de tinta.
Serenidad fantástica soy yo. Soy una gacela, soy saga, soy cálida arena en la que dibujo surcos entramados, soy tempestad, golpes de crudeza que no son más que caricias. Soy la maga, soy la voz del cielo descubierto. Soy, soy, soy, hija de la aurora. Mis pensamientos son míos, una re memorable melodía. La evolución del poniente, el eje de la pasión por las letras. Soy principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio. Principio, eje, principio y de tus ataduras me libero; no tienes poder sobre mí, ni sobre los míos, ni sobre mis sueños, ni mis esperanzas. La nada absoluta es para tus mal salvadas. Soy principio, eje, principio y es el eje de mi ojo en el que he de vivir. Así es y será, en los hoy, en el presente, en mis mañanas y en los Para Siempre.
Historiadora del Arte (2018) egresada de la Universidad de Los Andes. Es una escritora que se considera aprendiz y también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con pocos microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe, sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.
