Una poesía del cansancio

Versos que revelan el cansancio y el dolor cotidiano, mientras abrazan la belleza imperfecta y la resistencia humilde de la vida diaria.

LITERATURAPOESÍA

Daniela Claveles / Argentina

5/27/20251 min read

Una poesía del cansancio,

del dolor en los pies,

del calzado y las ampollas,

de los recorridos arbitrarios.

Después de haberme pasado una o dos cuadras,

de haberme perdido por sacarle fotos a los pájaros

vuelvo sobre mis pasos pensando:

¿A dónde guardan su magnetismo? ¿Cuántos nidos tienen al año?

Una poesía del moretón,

caída de los árboles;

no del río florecido y chispeante,

que como una lengua transparente,

recorre el monte chasqueando las piedras,

avisando agua fresca y amor.

No.

Una poesía con sabor metálico,

como chupar un clavo.

Por donde se resbalan los otros sabores

sobre un tobogán mojado.

Se diluyen, quedan en la nada

los estallidos de la sal, la miel,

el mate amargo.

Es verdad la hermosura,

ha sido verdad ese claro en el bosque

que me trajo como un pájaro,

magnética, polar, buscando

las caléndulas y los cosmos brotando,

esa primavera rebosante en la piel como carrocerías de mil caballos.

Pero la sola existencia no alcanza,

(¿de quién es todo esto?

¿A quién cortan los alambrados?

¿Qué dicen las cicatrices?)

No alcanza con ver,

es tan poco comer con los ojos,

amar el arte, disfrutar los sábados.

La contemplación fija acalambra los músculos,

adormece la piel.

Una poesía que no gane concursos.

Que tenga las intenciones de los recicladores urbanos,

la métrica de los descampados,

la rima de los ladridos,

acercándose barrio por barrio,

avisando quién pasa, qué intenciones guarda,

a dónde lleva sus manos.

Soy Daniela Claveles, nacida en San Luis, Argentina. Soy docente y escribo desde que tengo memoria. He coordinado talleres de escritura en diversos territorios, pero siempre la sorpresa es la misma: el inevitable poder de la escritura para testimoniar el paso por este mundo.